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Incendio

     El 9 de junio de 1906, un sábado, se produjo un acontecimiento terrible para la ciudad, pero sobre todo para Gabriel Arambillet (propietario de la fábrica de cerillas en aquel entonces), para las trabajadoras de dicha fábrica y sus familias. Su fuente de ingresos estaba en llamas. Afortunadamente, este suceso no ocurrió durante las horas laborales de las empleadas, sino que tuvo lugar poco después de que estas finalizaran su labor. 

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Imagen empleada por "La Voz de Galicia"

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     Esta tragedia no tenía ningún culpable, aparentemente, mera casualidad. Era de esperar que en una fábrica de productos inflamables pudiera darse aquella posibilidad. El fuego, cada vez más avivado, no tardó en verse desde diversos puntos de la ciudad y aquella escena fue muy impresionante, no solo para las ya mencionadas trabajadoras, sino también para la ciudad en sí, que acababa de ver arder un motor de su economía. 

 

       Muchas fueron las campanas de las iglesias que sonaron como alarma y los bomberos acudieron de inmediato. Tras quedarse sin agua la bomba de vapor, fue necesario conectarla a un pozo de una finca cercana para poder sofocar las llamas. La oposición de algunos vecinos a la utilización de sus pozos y a la penetración de los bomberos en sus fincas hizo necesaria la intervención de la policía y la Guardia Civil. 

       Poco a poco las feroces llamas que consternaron a la ciudad fueron apagándose, no sin antes haber quemado y destruído el edificio y la mayoría de los objetos que permanecieron en su interior. Aprovechando aquella situación, algunas personas se llevaron cajas de cerillas, pero fueron rápidamente descubiertas.

 

       A pesar del triste hecho, la fábrica abrió sus puertas ese mismo año, en concreto el 20 de diciembre. Aunque las obras de restauración estaban inacabadas, la disposición de un tejado permitió reanudar el trabajo. El arquitecto Juan de Ciórraga no terminaría las obras hasta finales del siguiente año (1907) pero, en febrero de 1908, la fábrica se vió obligada a cerrar una vez más. Este segundo cierre fue causado por la expiración de un contrato del sindicato del fósforo con el Estado, provocando así el despido de todas las empleadas y dejándolas con un futuro incierto.

 

      Tras todos estos incidentes, la fábrica consiguió resurgir de sus cenizas y abrir nuevamente a primeros de marzo después de haber firmado otro contrato con el Estado, prometiendo entregar cada mes el doble de la producción anterior.

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